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Aprende a escuchar música clásica correctamente

Aprende a escuchar música clásica correctamente

Guia para escuchar Música clásica

Guía para escuchar música clásica:

Para disfrutar de una audición de música clásica o por ser más correctos música culta, es preciso que el oyente esté preparado para hacerlo. Una exposición previa y progresiva a fragmentos de una obra musical, sería la manera de ir educando nuestro oído habituándolo a una música que cada vez es más difícil escuchar en cualquier momento de nuestra vida cotidiana. Es muy frecuente encontrar personas que manifiestan una rotunda hostilidad ante la música clásica que jamás se han sentado a escuchar ni un pequeño fragmento o han acudido a un concierto. La civilización occidental está perdiendo oído; la sociedad moderna, especialmente en países con poca tradición musical, solo reclama música de fácil consumo. Nos estamos perdiendo sonoridades y músicas en las que entre otros aspectos están nuestras raíces musicales. Debemos darnos al menos la oportunidad de conocer estas músicas y valorar si nos gustan o no.

Para apreciar a fondo la música es necesario comprenderla y estar familiarizado con ella. Conocer la época en la que se compuso una obra musical, quien era su compositor o la forma musical que ha adoptado pueden ayudarnos a acercarnos a ella con la predisposición adecuada. La música, como un paisaje, depende de su forma para impactar en su público. La música adopta la forma que le dan la elección personal del autor y la influencia de la historia. Las formas de la música están en constante evolución, existen modas, modos que aparecen y se olvidan, instrumentos que quedan anticuados u otros que se retoman y continuamente surgen nuevas estructuras y sonidos. Los músicos crean melodías a las que dotan de acompañamientos, inspirándose en  sonidos de la naturaleza o de la actividad humana. Los ritmos más emocionantes tienen su origen último en el latido del corazón, en el pulso y en gran variedad de actividades del cuerpo como la danza u otra expresión corporal. Todo ello puede inducir a confusión, pero la música, de ayer y de hoy es una aventura llena de emoción y de gozo, un viaje de descubrimiento que hacemos durante toda nuestra vida.

En la mente de la persona que se dispone a escuchar música que ya ha adquirido un conocimiento y se ha preparado para disfrutar de la misma, se generan algunas expectativas lógicas:

  1. La expectativa de una duración determinada: La duración es un aspecto importante de las obras musicales. Si vamos a escuchar o acudir a una ópera sabremos que por su estructura compleja y forma dramática puede durar horas. Una sinfonía dependiendo de la época nos llevará más de una hora. De una canción popular no esperamos una duración de más de algunos minutos.
  2. La expectativa de un estilo determinado: Abarca muchas cualidades, como que la pieza sea vocal o instrumental, el uso de ciertos instrumentos según la época histórica y el compositor, el que esté escrita para un solista, una pequeña agrupación o una orquesta, etc.
  3. La expectativa de una complejidad o simplicidad determinada: Habrá obras que exigirán más al oyente. Ciertas músicas pueden provocarnos confusión, tener la intención de generar nuevas actitudes y hay que acercarse a ellas con disposición tolerante. La audición de una sinfonía puede ser muy sencillo para un adulto aficionado y con seguridad será difícil de escuchar para un niño.
  4. La expectativa de determinadas repeticiones: La melodía o tema de una pieza debe ser comprendida y asimilada por el oyente antes de ofrecerle nuevo material sonoro. Las repeticiones en ciertos tipos de música, como las sinfonías o sonatas y también en sencillas canciones populares, crean una arquitectura del sonido a la que el oyente responde. Las implicaciones psicológicas de la repetición son fundamentales para el disfrute y entretenimiento musical.
  5. La expectativa de un desarrollo y un final determinado: El destino de las ideas musicales se desvela a lo largo de la duración de la obra musical. Cuanto más larga sea una pieza, más esperaremos encontrar soluciones radicales y elaboradas. El desenlace debe ser adecuado a las ideas propuestas. Los compositores se han preocupado especialmente de las formas de los finales.

Cada audición musical sea cual sea su duración, su complejidad o su entorno cultural, se incorpora a nuestra experiencia musical y nos prepara para posteriormente comprender y disfrutar aún más de la música.

Robert Schumann en su Álbum para la juventud dedicado a los jóvenes músicos, recogió algunos  interesantes consejos referidos a la audición musical:

  • Educa el oído.
  • Procura retener la armonía lo mismo que se retiene la melodía.
  • Escucha las canciones nacionales que caracterizan a cada pueblo.
  • Estudia a los buenos maestros, ya que proporcionan una nutrición espiritual tan útil como sencilla.
  • Suprime las malas composiciones, evitando tocarlas y oírlas.
  • Respeta lo antiguo, interesándote por lo nuevo, sin tener prejuicios contra los hombres que todavía no son renombrados.
  • No juzgues el mérito de una obra por una sola audición.
  • Considera que la melodía no quiere decir precisamente un motivo agradable, rítmico y fácil de recordar. Con frecuencia las melodías fáciles son monótonas y cansan pronto.

Escuchar música en directo es la mejor manera de oír música. La experiencia en vivo en una sala de conciertos  o en un kiosco de música al aire libre permite que todos nuestros sentidos se activen y se pongan al servicio de la música. La presencia de una orquesta o de un coro, el arrebato del sonido, la fascinación de la situación y el silencio del público, sitúan al oyente en un ambiente perfecto para escuchar música. Ni siquiera la más absoluta falta de interés puede eludir la tensión y la energía que transmite una orquesta en sus momentos más brillantes. Otras obras musicales más íntimas ejecutadas por varios instrumentos o voces son capaces de envolver al oyente en mágicas atmósferas musicales. Nuestro sistema nervioso se activa ante la experiencia musical en directo. La música se planta de cara al oyente y el estímulo  intelectual y sensorial que produce nos lleva a recorrer estados mentales diversos y a captar la música en su dimensión y estado más puro.

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