Desde hace poco más de un año, Juan Pablo vuelve a ir a la universidad. Aunque esta vez no tiene nada que ver con publicidad ni con literatura, las dos cosas a las que se dedica profesionalmente. Este mallorquín de 49 años asiste a clases de guitarra en la Academy of Bluegrass, un centro de enseñanza musical especializado en el que recibe lecciones de bluegrass, un estilo tradicional americano considerado el origen del country.
De adolescente, con algún amigo había aprendido cuatro acordes y medio, a partir de los cuales en casa, con mucho esfuerzo y dedicación y de forma autodidacta, había ido practicando y progresando. Pero luego, como le pasa a mucha gente, aparcó el instrumento durante años hasta que, no hace mucho, le volvió a picar el gusanillo.
Entonces, empezó a buscar sin éxito lugares en los que ir a clase. “En España no hay profesores. Tengo compañeros que tocan el bajo o la mandolina estilo bluegrass y han tenido que irse a Estados Unidos a hacer seminarios y cursos”, comenta Juan Pablo Caja. Así es que, empeñado como estaba en aprender, optó por preguntarle a Google y fue así como descubrió una academia virtual (Artistworks.com/bluegrass-lessons).
Los números uno, a buen precio A cambio de una cuota mensual, Juan Pablo tiene acceso a un curso en línea en formato vídeo. Suelen ser lecciones cortas, de entre 5 y 10 minutos, muy segmentadas por temas y niveles. “Las clases te las imparten los número uno de cada instrumento. Por ejemplo, de profesor de guitarra tengo a Bryan Sutton, la máxima autoridad en el mundo en bluegrass ahora mismo”, asegura orgulloso este aficionado.
Cada cierto tiempo, además, intercambia vídeos personalizados con el profesor. “Te piden que te grabes realizando un ejercicio concreto y luego él te contesta, como si fuera una clase particular, diciéndote cómo tienes que poner la mano, qué haces mal, dándote consejos... También tenemos un chat y un foro donde preguntar dudas”.
A partir de cierto nivel, en esta academia virtual puedes seguir cursos más a medida o trabajar un aspecto concreto, como el acompañamiento o la improvisación. En ese caso, los tutores –siempre con vídeos– guían, orientan y mandan ejercicios específicos. “La gracia es que de esta forma tienes contacto directo y personalizado con un profesor que es el mejor en lo suyo. Y además es más barato, porque un experto de bluegrass puede cobrarte hasta 100 dólares (76 euros) la hora. En cambio, así son entre 15 y 30 al mes”, explica Juan Pablo.
El secreto se llama YouTube Como este aficionado, cada vez son más quienes optan por aprender a tocar sin salir de casa… y sin salir de la red: desde cursos gratuitos y de pago, hasta clases con profesores a miles de kilómetros de distancia a través de Skype; podcast con lecciones, PDF multimedia con vídeos, software a medida y, claro, millones y millones de vídeos de tutoriales en YouTube, la herramienta estrella para aprender casi cualquier cosa por cuenta propia y un pozo sin fondo de verdadera inspiración musical.
“En YouTube está todo –explica Mario Giménez, un chico madrileño de 16 años, que en su habitación va sacando cómo tocar las canciones de sus grupos pop favoritos a guitarra, como Maldita Nerea–. Sólo tienes que escribir el nombre de la canción que te gusta y guitarra y al momento te aparecen vídeos de gente que te enseña cómo hacerlo. Si no acabo de entender el vídeo que he escogido, pues busco más, hasta que dé con uno que me resuelva las dudas. Los miro un montón de veces, hasta que pillo el ritmo y me sale la canción. Si después de probarlo mucho veo que no lo logro, pruebo con otro tema, porque hay algunas canciones que sé que no me van a salir, ya que no tengo los conocimientos ni la técnica”.“Antes –explica Juan Pablo Caja– tenías al típico amigo que había sacado de oído una canción de Bob Dylan y te enseñaba los acordes en casa. Ahora es como tener eso constantemente en YouTube, con montones de personas que de manera altruista y generosa comparten sus conocimientos”.
GarageBand Aunque es el más popular, el citado canal de vídeos no es la única fuente. También están, por ejemplo, las lecciones a través de GarageBand, un programa desarrollado por Apple, que viene de serie con sus ordenadores y que permite crear y grabar temas, y además descargar lecciones de piano y guitarra, desde nivel básico hasta avanzado –y de pago– que te imparten profesores de la talla de Sting, Norah Jones o OneRepublic.
Otra opción cada vez más popular es Skype; del mismo modo que cada vez hay más profesores de idiomas a distancia, también los hay de música.
Y luego existen aplicaciones como On the Music Path, para iPad, que ofrecen clases en profundidad de un montón de instrumentos que imparten los números uno de cada uno. Así puedes aprender desde fingerpicking –una técnica para tocar la guitarra desarrollada por los músicos de blues y de folk de comienzos del siglo XX y que permite tocar en solitario interpretando a la vez ritmo y melodía– a guitarra jazz, y tienes como profesor a Lee Ritenour, o jazz para piano, con Russel Ferrante. O improvisación india, con el recientemente fallecido Ravi Shankar.
La app es gratuita, pero luego cada clase vale algo más de 10 euros. Las clases están muy bien presentadas, los vídeos son de calidad, con imágenes a menudo partidas en dos para enseñar las dos manos, o la tablatura o la partitura. Se pueden ver los tutoriales o algunas partes tantas veces como sea preciso, hasta que salga. Incluso uno puede grabarse tocando las piezas aprendidas.
Un mástil electrónico Otras aplicaciones, como iTar, son muy útiles para desdibujar las fronteras entre instrumentos; está pensada para músicos, guitar heroes, artistas electrónicos, o simples aficionados a la música, y permite aprender guitarra, pero también piano, sintetizador, batería electrónica… Es fácil de llevar y ofrece todos los instrumentos que quieras. Consiste en una especie de mástil electrónico que se acopla al iPad y que queda integrado y que, según la empresa que lo fabrica, Starr Lab, “transforma la tableta en un nuevo instrumento musical del siglo XXI, el iTar”.
Además, la cadena BBC también cuenta con excelentes recursos en línea orientados a adultos para aprender música y numerosas escuelas tradicionales de enseñanza musical e incluso algunos músicos han creado sus propias páginas web con muchos recursos para facilitar la adquisición de competencias musicales.
Pero ¿se puede aprender realmente a tocar un instrumento sin salir de casa, tan sólo con las herramientas que hay en internet? Pues, definitivamente, sí. Aunque con muchos matices. Para empezar, si se entiende que aprender a tocar la guitarra o el piano así no implica que uno se vaya a convertir en concertista. Está claro que aprender de forma autodidacta, sin tener nociones de música, tiene sus limitaciones.
Instrucciones y algo más “Aprender a tocar la guitarra o el piano no es como montar un mueble. No es suficiente con las instrucciones”, opina Jordi Artigas, músico, profesor de guitarra desde hace un cuarto de siglo y director de la escuela de música Musicàrea (Music-area.org), en Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Y buena prueba de ello, señala, es que mucha gente no lo consigue. Intentan aprender por su cuenta pero acaban tirando la toalla: no les sale lo que quieren porque no es tan sencillo. “Se requiere talento. Hay que tener oído y habilidad con las manos. Hay mucha gente que intenta aprender sólo con YouTube y fracasa”.
Además de oído musical, también es preciso tenacidad, no darse por vencido y muchas, muchas horas de ensayo, puede que más incluso que si se asiste a clases presenciales. “Porque vas más lento, porque cuesta más al no tener a nadie a tu lado que te eche un cable, te corrija o te aliente a seguir. Está claro que sólo mirando vídeos de YouTube no te vas a convertir en un Jimi Hendrix –afirma Sergio García, de 37 años, economista y cantante del grupo Red Roosters–. Pero sí que con esfuerzo vas a poder tocar canciones de tus grupos favoritos”. Ahora bien, sí es más fácil si aprendes con alguien y también motiva mucho más. Sobre todo si tiene la misma afinidad musical que tú y te puedes pasar horas disfrutando tocando”.
En clase y en casa A Sergio García durante toda la vida le ha apasionado cantar. De jovencito, solía hacerlo con otros amigos que tocaban la guitarra y siempre había pensado que estaría bien saber tocarla él también para poder acompañarse. Hace cinco años, decidió lanzarse a la piscina. Al principio por su cuenta, pero no acababa de salirle. Así que comenzó a ir a clases y luego “en casa hacía todo lo que el profesor me decía que no hiciese –recuerda entre risas–. Me bajaba letras, partituras, y sobre todo acordes, y así tocaba lo que me gustaba”. Después de un par de años, dejó las clases y siguió por su cuenta con medios como YouTube. “Es esencial, puedes aprender mucho allí, desde cómo coger la guitarra hasta las escalas pentatónicas. Evidentemente, no es tan fácil como ir a clases, porque no tienes tutor, pero lo puedes sacar igual. Vas más lento pero sigues tu camino”.
En Red Roosters no es el único que comenzó de manera autodidacta. Actualmente tocan versiones de temas de rock, country, blues, que modifican y adaptan a su estilo. “Ahora estoy empezando a aprender a tocar la armónica, también por mi cuenta. Aunque es difícil porque no hay tantos tutoriales como de guitarra. Y pese a que no lo parezca, ¡la armónica es un instrumento complicado!”, añade Sergio.
“Los tutoriales en línea son un complemento excelente para las clases presenciales. Lo veo en mis alumnos que vienen a clase, les enseñamos pedagógicamente y luego en casa se divierten mirando cómo tocan los grupos que les gustan y tratando de imitarlos ”, considera Jordi Artigas. De hecho, él también ha empezado a grabar vídeos que luego sube a la red y en los que enseña guitarra. “Tengo mi propia cruzada –bromea–. Me gusta mucho un estilo minoritario de música, el fingerpicking, y me siento en la obligación de darlo a conocer. En el mundo anglosajón tiene muchos seguidores pero aquí somos sólo unos cuantos friquis”, bromea.
Por amor al arte También graban tutoriales desde el 2007 un grupo de treinteañeros de La Garriga que comparten la pasión por la música. Montaron Tocamela.cat, una web en la que enseñan de manera gratuita y lúdica a tocar canciones fáciles en siete minutos y sin necesidad de estudiar partitura. Ahora el sitio en internet está algo parado –aunque insisten en que están preparando un relanzamiento– pero en sus momentos álgidos, llegó a tener hasta 3.000 usuarios diarios, lo que demuestra la popularidad de este tipo de métodos para aprender desde casa.
“La idea –cuenta Elisabeth Checa, maestra de parvulario especializada en enseñanza musical y profesora en Tocamela.cat– era enseñar una canción de manera que la persona que tuvieras delante pudiera entenderla fácilmente. Esa era la única consigna que teníamos. A partir de ahí, cada uno hacía un poco lo que quería: si era más rockero o más jazz, escogía temas a su gusto y se grababa mientras los explicaba. A medida que fuimos teniendo vídeos –rememora–, los clasificamos por géneros y dificultad. Queríamos demostrar que no hace falta ser experto para tocar. Pretendíamos tan sólo que la gente se lo pasara bien”.
La experiencia funcionó con éxito desde el principio. Y el grupo de amigos detrás del proyecto descubrieron, con satisfacción, que los usuarios les enviaban vídeos de ellos tocando las canciones que habían aprendido o de sus primeros conciertos, e incluso años más tarde les pedían ser parte de la plantilla de profesores voluntarios. “Empezamos siendo 12 y ahora somos 57”, señala Elisabeth Checa. “Lo hacemos porque nos lo pasamos muy bien”.
¿Uniformidad o personalidad? Estudiar de forma autodidacta es también una forma de orientar el aprendizaje hacia lo que de verdad nos interesa. Gemma Tutusaus, cantante de Betty Belle (Bettybelle.bandcamp.com), lo tiene claro. Como a Sergio García de Red Roosters, a Tutusaus lo que le gustó desde siempre era cantar. Y cantar soul. Estudió algo de música en una escuela de pequeña, aunque “acabé muy desengañada, porque enseñaban a cantar a todo el mundo de la misma forma. De manera que todas las voces acababan sonando igual. Y yo quería tener mi personalidad propia”, explica Tutusaus.
Decidió montárselo por su cuenta. Aprendió algo de piano y de guitarra, y a cantar “mirando cursos en YouTube. También viendo muchos vídeos de los años sesenta, de grandes cantantes como Sarah Vaughan o Dinah Washington; miraba cómo cantaban y qué actitud tenían, porque en ninguna escuela te preparan para transmitir emociones al público. Es cierto que si no pisas una escuela tendrás carencias. Seguramente, yo no leeré partituras igual de rápido que alguien que haya hecho armonía –considera Tutusaus–. Ahora bien, como ventaja, creo que tengo más personalidad”.
Betty Belle es un grupo de soul que tiene poco más de un año y medio de vida, y en el que comenzaron haciendo versiones de la Motown. Ahora se han modernizado un poco, bromea Gemma, e incorporan bases de electrónica. Y su historia está también estrechamente vinculada a internet. “Nos conocimos a través de Facebook. No es broma, entre músicos es algo que se hace mucho”, asegura esta cantante. “Sueles agregar a otros músicos y pones anuncios del tipo ‘necesito urgente a un bajista’”.
“Aprendo mucho a su lado. Y también escuchando mucha música. He invertido en comprarme discos en vez de ir a la escuela. Al principio, recuerdo que me grababa cintas de casete y las escuchaba una y otra vez, las imitaba, repetía, para aprender. Ahora uso el iPhone y el iPod. Y muchos programas que me dan flexibilidad. Si, por ejemplo, estoy cocinando y se me ocurre una canción, me grabo con el móvil. O cuando ensayo en casa, uso el GarageBand de Mac, muy sencillo y que va muy bien”. Es la era del hazlo tú mismo.
La cuestión es que aquello que hacemos nos guste y nos motive y nos haga disfrutar de la música, que es lo esencial. E internet está llena de recursos para ayudarnos a adquirir competencias musicales, nuevos conocimientos, y a mejorar lo que ya sabemos. “Un buen profe de música es aquel que saca lo mejor de ti”, asegura Jordi Artigas. Y ese profe puede ser de carne y hueso y estar a tu lado, o a miles de kilómetros de distancia, vía Skype. “Lo que no hay que olvidar –añade– es que la música tiene un componente social muy importante. Disfrutas en casa tocando solo la guitarra, pero en general no es un placer meramente individual. La música es algo más que tocar tres o cuatro canciones en una habitación. Es tocar con otras personas, delante de gente, con amigos, tocando juntos. Y eso, si no sales de casa y de internet, difícilmente lo conseguirás, por lo que te puedes quedar en algo bastante limitado”.
Fuente: La Vanguardia