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La historia del canto gregoriano

La historia del canto gregoriano

La notación musical occidental nació en torno al año 800 dC en el Imperio carolingio. Con este hito se inicia una larga cadena de perfeccionamientos técnicos que conducirán poco a poco al sistema de notación musical que conocemos y utilizamos hoy en día, y que estaría prácticamente completado hacia el siglo XVII.

La notación musical -originada en el ámbito eclesiástico- se utilizará en primer lugar para preservar el canto litúrgico de la Iglesia de Roma, un vasto repertorio musical formado a lo largo de varios siglos: El canto gregoriano.

El nacimiento de la notación musical

Los sistemas de notación musical desarrollados por los carolingios fueron de tipo neumático: un conjunto de signos escritos sobre cada sílaba de un texto que ayudaban a recordar cómo debía ser interpretada la melodía. Nada que se asemeje a una partitura tal como la entendemos hoy en día. De hecho, era (y es) imposible interpretar dichas partituras si no se tenía una idea previa de la melodía que se pretendía entonar, pues la cultura musical de la época seguía basándose en la tradición oral.

Con el tiempo, el dibujo de la melodía se hizo más preciso y se apoyó en una o dos líneas horizontales que representaban alturas fijas de la escala, y que desembocaron en el tetragrama (s.XI) y el pentagrama (s.XIII), sistemas que coexistieron durante siglos. Por fin fue posible representar con exactitud el movimiento melódico y las alturas (aunque no el ritmo), lo cual permitirá preservar para los siglos venideros repertorios musicales que, en ausencia de la notación, habrían perecido para siempre.

La iniciativa carolingia no fue la primera en intentar registrar los sonidos con signos gráficos -los antiguos griegos habían desarrollado sistemas alfabéticos para explicar los intervalos o transcribir eventualmente alguna melodía-, pero sí fue la primera vez en la que la notación se empleará de forma masiva para transmitir un inmenso legado musical: el canto llano -popularmente conocido como canto gregoriano-, marcando así el inicio de la historia de la música occidental.

Música y oración

Las liturgias cristianas orientales y occidentales comparten un ancestro en la liturgia sinagogal judía.

El canto gregoriano es el canto litúrgico de la iglesia católica romana. El canto gregoriano se inserta en una tradición milenaria que los primeros cristianos heredaron de la liturgia sinagogal judía, una liturgia basada fundamentalmente en la lectura de textos sagrados y la entonación de los salmos.

Al extenderse el cristianismo por el Imperio romano, la liturgia fue diversificándose según se tradujo a las distintas lenguas habladas en el Imperio: latín, griego, siríacocopto, etc. Los mecanismos que sustentaron el desarrollo y crecimiento del repertorio musical cristiano durante estos primeros siglos fueron los propios de la tradición oral: La intercambiabilidad de melodías y textos, la ornamentación de las melodías por los solistas y el préstamo permanente de influencias entre las distintas regiones del Imperio hicieron del canto gregoriano y de sus liturgias hermanas un verdadero compendio del arte musical mediterráneo, desde Hispania y las Galias hasta el Oriente Medio.

El canto ligado a estas liturgias comparte una característica fundamental: procede de la recitación más o menos adornada de un texto sagrado. Es decir, no se entiende como música en sí misma, sino como oración. El canto entendido como soporte de un texto cumple tres funciones esenciales:

  1. Memoria. En una cultura de tradición oral en la que los textos deben aprenderse de memoria, la coincidencia de ritmo y acentuación entre melodía y texto ayuda a retener con mayor exactitud ambos, reforzándose mutuamente.
  2. Amplificación. En ausencia de medios artificiales de amplificación del sonido, el canto es la forma más eficaz de hacer audible un texto ante asambleas amplias. Es el mismo fenómeno que encontramos en la recitación de los números del “Gordo” de Navidad, de los antiguos romances del ciego o las lecturas de los bandos municipales por los alguaciles en las plazas principales de los pueblos.
  3. Emoción. Por muy simples que sean las fórmulas melódicas utilizadas en la recitación, el canto sitúa instantáneamente al oyente en el plano de las emociones. En el caso de un texto sagrado, el canto puede transfigurar el texto asemejándolo con la palabra de dios, conseguir que cobre sentido un texto incomprensible, o que adquiera una cualidad mística uno repetitivo.

La función de soporte textual de la música litúrgica la convierte en algo parecido a una lectura musical que podemos distinguir a través de dos rasgos característicos y recurrentes: 1) El canto llano es fundamentalmente monódico (una sola voz real), aunque puede ser interpretado tanto de forma solista como coral; 2) el canto llano presenta un ritmo libre (no existe un pulso estable) asemejándose a una prosa musical en la que la longitud de las frases musicales viene dada directamente por la longitud de las frases textuales.


Un árbol genealógico del canto gregoriano

Desarrollo y difusión de las liturgias cristianas de Oriente y Occidente entre los siglos I y VIII de nuestra era.

Las liturgias de las grandes religiones monoteístas originadas en el Oriente Próximo están emparentadas en una extensa y tupida red de herencias, préstamos e intercambios que afectarán de lleno a su componente musical. Ilustraremos algunas de ellas mediante una breve serie de audiciones.

La liturgia sinagogal judía -consistente en esencia en la recitación de textos sagrados y el canto de los salmos-, constituye la fuente de todas las liturgias cristianas, orientales y occidentales. La diáspora, la aculturación de las comunidades judías y, finalmente, el paso del tiempo y la dependencia de la tradición oral, hacen imposible una reconstrucción exacta de la liturgia judía de estos primeros tiempos.

El más importante de los ritos cristianos orientales es el bizantino, vigente en el Imperio bizantino con sede en Constantinopla y que utilizó el griego como lengua vehicular. Se distingue por el empleo del ison, o sonido grave fundamental entonado por el paraphonista y que sustenta el canto del solista y del coro.

Por canto romano antiguo se entiende el canto litúrgico desarrollado en Roma, atribuido por la leyenda al papa Gregorio Magno (ca.600) y anterior a la reforma carolingia (ca.800). Este repertorio apenas se ha conservado a través de unos pocos manuscritos. El canto romano antiguo utilizó el latín como lengua vehicular y se cree muy influido por las liturgias orientales y mediterráneas.

Por canto gregoriano entendemos el canto romano que ha llegado a nuestros días a través de los carolingios. Se cree que el canto romano preservado por los carolingios heredó características del canto galicano, el canto litúrgico autóctono de los francos del que no se conoce fuentes directas. El canto gregoriano es más diatónico y simple (menos ornamentado) que el romano, y tiene un ritmo más plano y homogéneo.


Difusión del canto litúrgico cristiano [siglos I-VII]. Este vídeo ilustra con ejemplos sonoros la difusión del cristianismo por el Mediterráneo, así como la configuración de las principales liturgias cristianas orientales y occidentales (latinas).


Canto sinagogal judío – Salmo 137. Esta reconstrucción de la salmodia hebrea muestra un estilo solista, ornamentado, ritmo libre y flexiones microtonales.


Canto maronita – Hallel “Qadish qadish”. La liturgia maronita emplea el siríaco y el árabe como lenguas vehiculares.


Canto bizantino – Tropario para el servicio de la Gran Paráclesis. La pieza seleccionada es un himno, un tipo de canto estrófico de carácter popular que se cree originario de Siria en el siglo IV.


Canto romano antiguo – Aleluya “Dominus dixit ad me”. En este ejemplo apreciamos la primacía del canto solista, la rica ornamentación, el empleo del ison bizantino o el temperamento cromático y/o microtonal.


Canto mozárabe – Plegaria eucarística “Pacem mea do vobis”. El rito mozárabe utiliza traducciones propias al latín (diferentes a los de la tradición romana) de los textos sagrados.


La reforma carolingia

El papa León III corona a Carlomagno como emperador del Occidente cristiano.

Tres siglos después del colapso del Imperio romano, las liturgias latinas de Europa Occidental estaban fragmentadas en numerosas variantes locales, como la romana (o gregoriana), la ambrosiana (o milanesa), la visigótica o mozárabe (reino visigodo), o la galicana (reino franco), entre otras. Es entonces cuando los artífices del Imperio carolingio se proponen recuperar la unidad de la liturgia para el Occidente cristiano.

La reunificación de las liturgias latinas por parte de Carlomagno obedece a una estrategia cuyo objetivo político consistió nada menos que en refundar el Imperio romano de Occidente: En efecto, el pujante reino franco abarcaba por entonces la casi totalidad del occidente cristiano y se erigía además como el único poder político capaz de frenar al expansionismo islámico que amenazaba desde el Mediterráneo y los Pirineos.

Sin embargo, para restaurar el Imperio era necesario que el papa de Roma reconociese (y coronase) al nuevo emperador, como antaño había hecho con los césares. Mediante la imposición de la liturgia gregoriana a todos sus súbditos y dominios, Carlomagno no solo se ganaría la alianza del papa sino que además dotaría a su Imperio de una unidad con un altísimo valor simbólico.

El Imperio carolingio en su máxima expansión (s.VIII-IX).

Dado el inmenso volumen del repertorio litúrgico cristiano -consistente en varios cientos de melodías-, los carolingios pusieron en marcha un ambicioso programa para difundir el canto romano a lo ancho de todo el Imperio en un proceso que se extendería durante un siglo aproximadamente. De esta formidable empresa resultarían tanto la invención de la notación musical como la concreción del canto gregoriano tal como lo conocemos.

Por un lado, la transmisión de las melodías romanas -probablemente similares a las francas, pero mucho más ornamentadas y afectadas por matices cromáticos y microtonales característicos de la cultura mediterránea- obligó a crear y desarrollar un sistema de notación musical que pudiera registrar estos exóticos matices lo más fielmente posible.

Por otro lado, este ímprobo esfuerzo no pudo evitar que en el proceso de transmisión y preservación se incorporasen numerosos rasgos idiosincráticos germánicos -simplicidad melódica, fraseo regular, diatonismo, etc.-, especialmente tras el declive del Imperio carolingio durante las invasiones normandas (siglo IX).

Ello explica que el canto supuestamente “romano” que acabó instaurándose en Occidente (y en la propia Roma) tuviera las características mixtas que ha exhibido el canto llano hasta nuestros días: Exuberantes melodías orientales diatonizadas y sometidas a la disciplina de un ritmo “plano”.

La misa y el oficio

La misa es la palabra de Dios y la eucaristía ofrecidas diariamente al pueblo.

Las dos principales liturgias de la religión cristiana son la misa y el oficio. Cada una de estas liturgias cuenta con un repertorio de melodías que varía según el momento del año litúrgico en el que se lleve a cabo la celebración.

La misa es la celebración a la que acudían diariamente los fieles para recibir la palabra de dios y obtener el perdón de los pecados mediante la recreación de la Última Cena (eucaristía), y a la que también se acudía para la celebración de ritos especiales, como la coronación de un rey o un pontífice o las exequias de un personaje ilustre.

La misa se celebraba con distinto grado de suntuosidad (también en lo musical) según la importancia de la celebración, y estaba prácticamente toda ella cantada en latín.

El canto llano es un elemento central en la vida monástica.

El oficio divino (o liturgia de las horas) es el ritual de oración intensiva que se llevaba a cabo diariamente (de día y de noche) en los monasterios y cuya función primordial era interceder ante dios para obtener la salvación de las almas. Así, los pecados de señores y los plebeyos serían perdonados si los monjes rezaban por ellos (a cambio de privilegios y diezmos, respectivamente).

El oficio se rige por un calendario litúrgico extremadamente exigente que establece la oración (y el canto) según lo comandado en el Libro de los salmos (“Siete veces al día te alabaré”) a lo largo de las denominadas horas canónicas: Los laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y las completas, a los que deben añadirse los maitines, rezo nocturno que hace honor de nuevo al Libro de los salmos (“A media noche me levantaba para darte las gracias”), de tal modo que a lo largo de la semana se recitasen los 150 salmos completos.


Las dos grandes liturgias cristianas: La misa y el oficio

Las celebraciones de la misa y del oficio actuales han abandonado en su mayor parte el canto llano. Sin embargo, aún es posible encontrar reductos y ocasiones especiales en los que no ha perdido su vigencia. Ni el canto gregoriano (ni el la lengua latina) son de uso obligado en la liturgia católica desde el Concilio Vaticano II (1962-65). Sin embargo, en ocasiones especiales sigue practicándose el rito gregoriano.

Misa de la Asunción de la Virgen – Evangelio “Intravit Jesus in quoddam castellum”. Este concierto recrea las principales partes cantadas de una misa medieval. Hemos seleccionado la lectura del Evangelio (según San Lucas), una fórmula de recitación estandarizada (LA MISA MEDIEVAL).


El gran silencio [2005]. Esta película ilustra la vida en el monasterio de la Gran Cartuja en Grenoble, perteneciente a una de las congregaciones más austeras de la cristiandad. El extracto muestra diversos momentos de la liturgia de las horas, e incluye el canto en procesión del himno “Pange lingua” y la recitación de varios salmos.


Misa de la Asunción de la Virgen – Evangelio “Intravit Jesus in quoddam castellum”.

Misa de la Asunción de la Virgen – Aleluya “Assumpta est Maria” (ANÁLISIS MUSICAL).


El Real Book de la Edad Media

El canto gregoriano fue el único repertorio musical de la Edad Media que llegó a todas las clases sociales y a todos los rincones de la cristiandad.

A pesar de haber vivido numerosas mutaciones a lo largo de su larga historia, y de haber sufrido una larga decadencia desde las postrimerías de la Edad Media hasta la Revolución Francesa, el canto gregoriano ha constituido la columna vertebral de la liturgia católica hasta el Concilio Vaticano II (1962-65).

El enorme peso de la religión en la Europa medieval y renacentista hizo del canto gregoriano el repertorio musical internacional por excelencia, el único que podía ser conocido por todos y en todos los rincones de Europa.

Al semejanza del Real Book, el canto gregoriano está formado por cantos procedentes de épocas y lugares muy diversos. Con el desarrollo de la polifonía a partir del siglo XII, veremos también cómo el canto gregoriano será tomado una y otra vez como punto de partida para la improvisación y la composición de música polifónica. Tanto el improvisador como el compositor partirán de una melodía gregoriana dada y añadirán una o varias voces nuevas.

Durante los siguientes siglos, las técnicas y los estilos polifónicos se sucederán con relativa rapidez (Escuela de San Marcial de LimogesEscuela de Notre DameArs AntiquaArs Nova, etc.), las obras y los compositores alcanzarán sus momentos de gloria y caerán en el olvido pasadas unas décadas. Sin embargo el canto llano permanecerá en la memoria colectiva generación tras generación, conformando el sustrato musical más profundo de la música occidental.


Los estilos del canto gregoriano

El estilo de los distintos géneros gregorianos varía dependiendo de su origen (romano antiguo, germánico, etc.) y de la función que cumplen dentro de la liturgia. En primer lugar cabe destacar los recitativos (como la lectura del Evangelio, más arriba) de los cantos propiamente dichos. El estilo de los cantos suele clasificarse de este modo:

El estilo melismático (cantos con largas vocalizaciones) es característico de los cantos de carácter contemplativo, asignados a un solista, y de origen romano, como los Graduales, los Aleluyas o los grandes Responsorios.

El estilo silábico (canto en el que cada sílaba es entonada con una única nota), en cambio, predomina en las lecturas y los recitativos, así como en cantos asignados al coro, de carácter popular -como los Himnos- o de origen germánico -como las Secuencias-.

El estilo neumático es de carácter intermedio, y se denomina así porque cada sílaba corresponde con un neuma, que puede representar un solo sonido o agrupaciones de dos, tres o cuatro sonidos. Es característico de los Introitos y las Comuniones.

Misa del día de Navidad – Introito “Puer natus est” [s.VI-IX]. Los introitos son cantos de estilo neumático con tonos de recitación estandarizados en los versículos (ANÁLISIS MUSICAL).


Misa de difuntos – Gradual “Requiem aeternam” [s.VI-IX]. Los graduales son cantos en estilo melismático y carácter virtuosístico (ANÁLISIS MUSICAL).


Venancio Fortunato -Himno Pange lingua gloriosi [s.VII-XIII]. De carácter estrófico, y con melodías de origen post carolingio, los himnos constituyen uno de los géneros del canto llano más cercanos a la sensibilidad moderna (ANÁLISIS MUSICAL).


Misa del día de Navidad – Introito “Puer natus est” [s.VI-IX].


Misa de difuntos – Gradual “Requiem aeternam” [s.VI-IX].


Venancio Fortunato -Himno Pange lingua gloriosi [s.VII-XIII].

Fuente: Bustena

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