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Mejora tu técnica de canto

Mejora tu técnica de canto

Cuando emitimos un sonido de voz, se crea por zonas concretas del cuerpo que colaboran entre sí como lo hacen las diferentes partes de un instrumento.

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1. Exhala con conciencia

La voz se genera en la exhalación e incluso durante una exhalación prolongada. Esta emisión de aire produce una tendencia de la caja torácica a derrumbarse.

Podemos entrenarnos en la habilidad de mantenerla abierta e incluso de abrirla más durante la exhalación vocal.

Por ejemplo como se muestra en esta imagen, manteniendo el esternón elevado (las manos de la joven en la fotografía indican su posición) cuando nos encontramos exhalando o vocalizando.

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Abre los brazos mientas cantas. La exhalación vocal tiene también tendencia a hacer que los brazos se cierren en torno al pecho. Intenta lo contrario: sopla o canta abriendo los brazos, lo que ayuda a las costillas a mantenerse abiertas.

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Si perseguimos únicamente la apertura torácica podemos correr el riesgo de volvernos rígidos.

Para conservar la flexibilidad es recomendable alternar los dos ejercicios precedentes con ejercicios que llevan, por el contrario, los brazos hacia delante, es decir, en el sentido del cierre costal.

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Es posible también llevar el muslo flexionado hacia el vientre al emitir la voz: esto flexionará la columna cerrando las costillas y rechazando el abdomen hacia arriba, lo cual va todo en el sentido de la exhalación vocal.

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2. Alterna tres vocales: O, I, A

Para la vocal «o» adopta con los labios la posición de silbar. Luego, en esa posición, abre un poco la boca como para decir «ooo». Sé preciso para situar la forma de tus labios y de tus mejillas: estás haciendo trabajar al músculo orbicular de los labios que da a tu boca un poco la forma de una caja.

Siente ahora cómo se instala la lengua dentro de la boca, retrocediendo un poco, a fin de pronunciar esta «o».

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Busca el molde para la «i»

Partiendo con la boca cerrada, separa lentamente las comisuras de los labios al tiempo que abres un poco la boca. la lengua se aproxima al paladar y no deja abierta más que una rendija horizontal para que pase el aire.

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Pronunciar la «a»

Para hallar la forma de la «a» baja la mandíbula y siente cómo la lengua se extiende a los lados entre los dientes de abajo.

Si juegas alternando estas tres vocales con precisión, tu «caja de resonancia» de la boca se verá rápidamente optimizada.

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3. Toca el arco cigomático

Está formado por tres huesos diferentes: en la parte posterior, por el hueso temporal (el de la oreja); hacia la nariz, por el hueso maxilar y, entre los dos anteriores, por el hueso malar. haz el sonido «mmm» y busca sentir que dejas vibrar estos tres huesos.

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4. Posa cuatro dedos bajo el cigomático

Por detrás palpas el músculo masetero, que se contrae al apretar los dientes. Intenta relajarlo.

Si se relajase del todo, la mandíbula se abriría. Intenta encontrar solo la contracción necesaria para evitarlo y obtendrás más libertad en la mandíbula.

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5. Experimenta la voz «orientada»

A gatas, con el cuello horizontal y el rostro hacia el suelo observa que la mandíbula, la lengua, los abdominales, etc. han cambiado de orientación.

Canta los mismos sonidos que de pie. Haz lo mismo tumbado boca arriba y siente cómo se reajusta tu «instrumento» vocal.

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6. Hacer surgir un sonido espontáneo

Tumbado boca arriba, flexiona el tronco con un impulso y levanta brazos y piernas, todo a la vez.

Deja que salga un sonido espontáneo: es el movimiento el que lleva al sonido. Percibe cómo la zona abdominal (que puede deformarse pero no comprimirse) influye en la voz.

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7. Bosteza

Comienza abriendo la boca, de forma relajada y dejando venir una gran inspiración con la intención de comenzar un bostezo. Los maseteros (trabajados en el ejercicio 9) se relajan y se dejan estirar.

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Permanece en suspenso, en tu inspiración, y comienza el segundo tiempo del bostezo: abre mucho la parte posterior de la garganta, como si hicieses sitio para un poco de aire tibio al fondo de tu boca.

Esto hace que el velo del paladar se eleve. Intenta luego mantener confortablemente esta apertura al emitir un sonido vocal e, incluso, cerrando un poco la boca.

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El control de la lengua es clave en las resonancias.

Saca la punta de la lengua lo más posible y siente que esto arrastra a su parte posterior (que por su mayor masa influye mucho en la voz) e incluso a la faringe (la zona de la parte posterior de la garganta y de la nariz) y a la laringe (la zona de las cuerdas vocales).

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8. Practica la verticalidad

Sitúa la mano sobre la cima exacta de la cabeza. ten presente que, si la mano está demasiado adelantada, la cabeza se flexionará. y, si está demasiado hacia atrás, la cabeza se verá llevada hacia atrás. Así pues, busca el lugar en el que no bascula ni adelante ni atrás.

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9. Toca la «nuez» y siente la vibración

Palpa con delicadeza, en la parte delantera del cuello, bajo la barbilla, la protuberancia conocida como «nuez».

Canta el sonido «mmm». Siente, bajo tus dedos, una vibración: es el emplazamiento de las cuerdas vocales, donde se forma el primer sonido vocal.

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10. Moviliza el cuello sin carga

Para ello, lleva la mano a la frente y apoya en ella el peso de tu cabeza. El cuello se sitúa en amplia flexión sin que el peso de la cabeza recaiga sobre él. Se trata de una movilización sin carga. Puedes canturrear en esta posición.

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11. Impulsa el brazo como para lanzar una pelota

Vuelve por su propio peso. Repítelo y, de vez en cuando, lanza un sonido al mismo tiempo. El sonido cesa cuando el brazo retorna. busca el movimiento más que el sonido (este se irá adecuando a medida que el gesto sea más acertado).

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ENTENDIENDO EL SONIDO: SOPLO, VIBRACIÓN Y RESONANCIA

Al emitir un sonido de voz producimos, al mismo tiempo, tres grandes tipos de acciones: soplo, vibración y resonancia.

Y estas acciones corresponden a tres zonas del organismo que actúan simultáneamente.

EL SOPLO

La voz requiere situar aire a presión por debajo de las cuerdas vocales. Esto corresponde a la parte respiratoria (espiratoria) de nuestro instrumento vocal.

Este soplo se produce, evidentemente, con los pulmones, alojados en las costillas. Pero no actúan solos: están asociados a todo el conjunto del abdomen y a los músculos que lo rodean: los abdominales en todo el contorno, los músculos del periné por debajo y el célebre diafragma por encima.

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Este conjunto constituye un «departamento» fundamental en la voz: si genera demasiada presión, nuestra voz se agotará muy rápido. Y si no produce la suficiente, la voz aparecerá sin fuerza y no podrá desarrollar su timbre. Es, pues, necesario que este «soplo» produzca la presión justa a cada instante –ni más ni menos–, para que la emisión vocal sea la deseada.

Se trata de un proceso gobernado por todo lo que genera el soplo, pero puede verse ampliamente influenciado por otras fuerzas presentes en el cuerpo.

LA VIBRACIÓN

A través de la vibración transformamos dicho aire en onda de presión, lo que provoca un primer sonido. Esto ocurre entre las cuerdas vocales, en la zona del cuello denominada la laringe. Para ello un pequeño lugar, la glotis, va a abrirse o cerrarse en relación con la presión de aire.

Se trata de acciones muy rápidas y que cambian a toda velocidad (a menudo en un sonido vocal hay varios cientos de vibraciones por segundo). Cuanto más ajustada esté la presión, mejor podrá la glotis afinar su acción.

Es importante que, aquí, la vibración esté lo más libre posible. Como ocurre en el área del soplo, este lugar puede verse influenciado por fuerzas del cuerpo externas a la glotis. Ese sonido laríngeo es apenas audible. Necesita algunas transformaciones.

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LA RESONANCIA

La onda obtenida pasa a continuación a través de cajas de resonancia que filtran el sonido precedente y lo enriquecen. Esto se produce en las regiones de la faringe (detrás de la garganta), la boca y la nariz.

El sonido vocal existe entonces en su forma completa. Cuanto más preciso y rico sea el sonido procedente de la laringe, dependiendo de la precisión de la presión que lo sostiene, mejor podrá desplegarse en los resonadores. La resonancia está gobernada por las regiones de la faringe/ boca/nariz. Y, como en el soplo y la vibración, otras fuerzas presentes en el cuerpo pueden influir en ella.

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LA VOZ, RELACIONADA CON MUCHAS PARTES DEL CUERPO

Suele decirse que el instrumento de un cantante es «su propio cuerpo». Con ello se indica que su instrumento vocal está incluido dentro de un conjunto más amplio.

Y es cierto que ese instrumento se relaciona constantemente con otras partes del cuerpo o, más exactamente, con otras partes funcionales: el cuerpo locomotor, el cuerpo postural y el cuerpo respiratorio interactúan con el «cuerpo vocal».

Estos cuatro «cuerpos» se funden a menudo los unos en los otros. Véamoslos uno a uno.

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EL CUERPO LOCOMOTOR

Es el cuerpo ligado al movimiento, el que ponemos en juego para caminar, subir y bajar escaleras, bailar, levantar, empujar… Se mezcla, en parte, con los cuerpos respiratorio y vocal. A veces se ve poco implicado en el acto vocal. O puede, por el contrario, verse muy implicado y reaccionar a las acciones de los cuerpos respiratorio y vocal, o incluso provocar la acción de estos dos.

Celebra tu cuerpo con el movimiento libre

En muchas corales clásicas los cantantes cantan casi inmóviles, mientras que en los coros de gospel es común dejar al cuerpo moverse al ritmo de la canción e incluso dar palmas.

Hay una pregunta frecuente: ¿es recomendable correr, hacer yoga o Pilates para mejorar la voz? La respuesta es que una buena coordinación corporal y el ejercicio regular son a menudo importantes para mejorar la voz.

El movimiento activa además la circulación general y la de la laringe, con lo que esta estará mejor hidratada.

EL CUERPO POSTURAL

Está compuesto por las mismas partes que el cuerpo locomotor pero no las usamos de la misma manera. Corresponde a los momentos en que estamos en posición vertical, de pie o sentados. No está ligado a los grandes movimientos sino a la posición vertical.

Es el cuerpo de la persona que habla, que canta, que declama o que grita de pie: el profesor dando una clase, el abogado, el actor, el vendedor del mercado que anuncia su mercancía, el cantante de coro o el director de coro, etc.

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En la voz nuestro cuerpo postural está influenciado por el hecho de que se produce una exhalación y de que esta se alarga. Esto trae diferentes consecuencias: tendencia a flexionar las rodillas, a flexionar el tronco, a proyectar el cuello y la cabeza hacia delante o también los hombros y los brazos.

El cuerpo postural puede acompañar estas tendencias o, por el contrario, resistirlas: al cantar una frase larga, podemos seguir a la exhalación dejando que la posición de pie se redondee un poco o, al contrario, buscar conservar el aplomo de la columna, lo cual ayudará a la caja torácica a mantenerse abierta en la exhalación para que esta dure más.

El cuerpo postural puede también arrastrar al cuerpo vocal: si dejamos que la espalda se curve súbitamente, la caja exhalará y surgirá un determinado sonido vocal.

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En ciertas técnicas vocales, como en el canto clásico, este cuerpo postural debe ser ultrapreciso. ¿Por qué? Porque de la posición del cuello depende el equilibrio de la laringe para la precisión de las notas, o porque del equilibrio de la faringe depende la precisión de las resonancias.

En otros contextos, para otro tipo de sonidos, es necesario liberar completamente la postura, como en los sonidos emocionales, algunas terapias psicofísicas o ciertas acciones en el teatro.

EL CUERPO RESPIRATORIO

Es la parte del cuerpo ligada a la respiración: los pulmones, las vías aéreas. Pero es también todo aquello que nos permite movilizar dichas vísceras: el diafragma, la cavidad abdominal, la caja torácica, la columna cervical, casi todos los huesos del cráneo y, asimismo, los músculos que actúan sobre estas partes del cuerpo.

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De manera espontánea, en el curso de la acción vocal, este cuerpo respiratorio se mueve durante los flujos de aire: lo abrimos de manera natural durante la inspiración (como cuando tomamos aire antes de emitir voz) y lo cerramos durante la exhalación (al vocalizar).

Se inmoviliza durante las suspensiones: las apneas, por ejemplo, cuando un corista, listo para cantar, aguarda la entrada del director.

Y sin embargo este cuerpo respiratorio puede actuar en el sentido inverso de la respiración. Por ejemplo, puede moverse durante las apneas o abrirse durante la exhalación. En estos casos transformamos o bien el gesto respiratorio o bien los juegos de presiones, y esto tendrá en ocasiones una repercusión sobre la voz.

Nuestra voz es por tanto indisociable de nuestro cuerpo en movimiento. Perfeccionar lo uno va a menudo a perfeccionar lo otro.

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