A menudo, ocurre que los hijos escuchan estilos musicales que los padres aborrecen por completo. A lo largo de los años, en la escuela nos hemos encontrado con todo tipo de situaciones… Desde padres que desprotican de los gustos de sus hijos, hasta hijos que odian las sesiones musicales de sus padres que escuchan en los viajes en coche. Así que después de escuchar quejas de padres e hijos, decidimos analizar la situación y tratar de entender las diferentes combinaciones con las que nos habíamos encontrado:
- Por un lado está el bloque de padres con mala cultura musical e hijos con gusto musical. Es una combinación extraña, pero en ocasiones existe! Por alguna razón los hijos despiertan un interés especial en la música sin haber tenido un entorno que les motive a escuchar y valorar esta y otras formas artísticas. Nos acordamos de aquella pareja que eran amantes del estilo «Fari« o «El Puma«, y sus hijos no paraban de escuchar «Lygeti«. Como podéis ver, polos opuestos…
- Padres e hijos con buena cultura musical. Se trata de la casuística más común en las clases de música: padres con sensibilidad hacia la música que desde el principio educan y enseñan a sus hijos su amor por un estilo, por un grupo, etc… Recordamos el caso de un amante del rock que empezó a llevar a su pequeño a conciertos de lo que queda de los Beach Boys y terminó acudiendo a ver gente como Deep Purple. El pequeño es hoy un gran guitarrista de clásico, que además le encanta Iron Butterfly.
- Por último padres con cultura musical e hijos con, digamos, una cultura musical diferente. Se trata de un caso complicado, ya que valorar los gustos musicales de generaciones modernas es una tarea de abstracción temporal muy complicada. En cualquier caso, es un ejemplo de evolución de gustos que sin duda se sustenta sobre el resultado de una educación músical liderada por los padres.
Pues bien, un ejercicio muy saludable para que vuestros hijos tengan criterio musical y puedan crecer desarrollando sensibilidad musical y curiosidad sobre diferentes estilos y grupos, consiste en cumplir estos 4 consejos.
¡Cantad canciones!
A todos los niños les gusta que les canten. Además de ser un placer y un estupendo entretenimiento, les relaja y les activa, despertándoles curiosidad por sonidos nuevos. Les puede servir tanto para recibir estimulación, como para inducir el sueño cuando queráis que se duerman. Pero sobre todo es una fuente de cultura y tradición, que sirve para ir enseñando a entonar así como ejercitar la memoria recordando letras y melodías
¡Bailad!
Es fundamental sentir y expresar con el cuerpo los ritmos y las sensaciones que transmite la música. Recordad que la danza y el baile es la base de una educación musical.
Descubridles vuestra música.
Seguramente desearéis que a vuestros hijos les gusten los mismos grupos y estilos que os gustan a vosotros; eso es complicado. ¡Asumidlo! Los cambios generacionales hacen que los estilos cambien, las modas pasen, y la interiorización de unos sonidos u otros vaya evolucionando. Sea como fuere, nuestra experiencia nos dice que los hijos cuyos padres les han educado apreciando la música, valoran y aprecian los grupos y estilos que escucharon en su infancia. Quizás no sean sus preferidos, pero suponen para ellos una música que jamás olvidarán.
¡Id a conciertos!
¿Qué mejor forma de mostrar la música en su plenitud que acudiendo a un concierto? No es que hablemos de ir a festivales (que hay quien lo hace!) pero sí que es positivo ir a conciertos que puedan despertar su curiosidad por un estilo o un grupo en concreto. No pasa nada si hay que salirse a la mitad o si no aguanta hasta el final, os sorprenderíais de lo que aguantan algunos!
Y vosotros, ¿tenéis algún consejo musical que uséis en el día a día con vuestros hijos?
Fuente: Naara Martínez