La música clásica india nos parece hipnótica, exótica; a veces también monótona, extraña. Hay quien no la soporta, y también quien disfruta con los estados de ánimo y los ambientes que sugiere. Gustos a un lado, lo que está claro es que es muy distinta de la música occidental.
En este artículo vamos a intentar comprenderla un poco mejor para poder saborear su riqueza.
La música clásica india es probablemente la más antigua de la humanidad. Se origina en el Sama Veda, himnos religiosos transmitidos de generación en generación desde hace miles de años. Como en otras civilizaciones, la música era considerada una puerta para alcanzar lo divino.
Como curiosidad, en sánscrito hay una palabra que se refiere a una disciplina que une música (vocal o instrumental) y danza. Se dice ‘sanguita’ y es la palabra más cercana a ‘música’ que se manejaba entonces. Es decir, se concebían juntas, la expresión musical y su acompañamiento corporal.
La música clásica india es muy compleja. Su composición es una obra muy culta y elaborada. Es muy rica en melodía y en ritmo, pero no tiene armonía, lo que la convierte en algo difícil de entender para nuestros oídos.
Música armónica vs música modal.
La música a la que estamos más acostumbrados en occidente suele ser armónica. En nuestras composiciones musicales, las notas que suenan simultáneamente, conformando un acorde o que se combinan seguidas están muy relacionadas. Hay poco lugar a la improvisación, salvo matices de intensidad, velocidad, etc. De ahí la importancia de las partituras y la dirección de orquesta.
Sin embargo, la música india, como la árabe, no es armónica sino modal. En este sistema musical tiene más importancia la utilización de la escala de notas y la estructura. Se establece un sonido fijo (la tónica) y se construye la melodía a partir de ahí, a través de ‘frases’ que se van moviendo entre ese sonido fijo y otras notas dominantes secundarias. Hay mucho lugar a la improvisación, de hecho es una de sus claves. Por eso mismo, no es muy habitual la partitura o la notación musical. Podríamos encontrar similitudes en el jazz o en el flamenco.
En concreto, en la música india cada composición musical está en un ‘raga’. Un raga es una combinación de varias notas (de 5 a 7) que progresa y evoluciona y a la que el intérprete vuelve una y otra vez. Asímismo, la octava cuenta con 22 divisiones, en lugar de las 12 de la escala occidental (7 notas más sostenidos y bemoles). Son 10 microtonos más, lo que permite una mayor profundidad y sutileza.
Simplificando, podríamos decir que en la música armónica (occidental) la melodía suele ser fija o repetitiva, mientras que la tónica cambia con frecuencia a lo largo de la composición. En la música india, la melodía es la que se mueve a partir de una tónica fija.
La música armónica nos cuenta una historia, es muy descriptiva. Por contraste, la música modal nos provoca más bien estados de ánimo; intentando explicarla gráficamente podríamos decir que su evolución va construyendo una filigrana, como el crecimiento de una planta…
Pongamos como ejemplo la composición Ram Dhun, creada hace más de 100 años por uno de los más importantes compositores indios, Vishnu Digambar, y conocida por ser la canción favorita del Mahatma Gandhi:
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