Origen de las orquestas sinfónicas

NTRODUCCIÓN

La música es un medio que el hombre, desde que existe sobre la Tierra, ha tenido a su alcance para expresar sus estados de ánimo. Manifestando con ella sus triunfos y derrotas; y como medio de comunicación no sólo con otras personas, sino con aquellos que, a pesar de no conocer, presentía: los dioses.

 

¿Creéis que la música fue inventada por el hombre?
Cualquiera de las respuestas concluiría con que ésta siempre ha existido formando parte de la naturaleza y que, de alguna forma, el ser humano de forma accidental o posiblemente como respuesta a una búsqueda por comunicarse, logró dar con este medio mucho antes de la utilización de la escritura. No descubriendo la música misma, sino la materia prima que la forma, es decir, el sonido: el canto de los pájaros, el agua del río, el sonido de los truenos y de las olas al estrellarse con las rocas. Suponiendo que el hombre empezó a imitar aquellos ruidos o sonidos que escuchaba de la propia naturaleza.

NACIMIENTO

La música, entendida como sucesión organizada de sonidos, se fue desarrollando a lo largo de los siglos. Dando lugar a la creación de primitivas formas musicales; de los instrumentos musicales, que aunque también eran primitivos, han sido la base para los sofisticados instrumentos actuales. La necesidad de los compositores de contar con medios más complejos y satisfactorios para expresar sus ideas musicales dio lugar a la orquesta sinfónica.

La orquesta se refería antiguamente al area semicircular de un teatro griego clásico que se encontraba entre el escenario y el público, donde bailaba el coro. Este espacio estaba ocupado por los músicos en los teatros de ópera europeos del siglo XVII. De ahí que comenzase a denominar orquesta a los grupos de instrumentistas que tocaban en este lugar.

RETORNO AL PASADO

La historia de la orquesta se remount miles de años atrás, a las cortes de India y Egipto. El emperador de China tenía una orquesta de quinientas personas, e incluía instrumentistas de cuerda, de viento madera, campanas, gongs y tambores.
Dado que el resultado sonoro de un grupo de instrumentos diferentes es el producto de la mezcla de los timbres de ellos, los compositores empezaron a crear obras pensando en este resultado final. Surgiendo agrupaciones cada vez más grandes.

En el siglo XVI aparecieron las primeras orquestas europeas, formadas por cuerdas, vientos madera, órganos, guitarras y clavicordios. El fin de la misma era el entrenamiento de la corte, acompañando las óperas y danzas. Así pues, cada corte tenía su propia orquesta compuesta por músicos que en su tiempo libre eran cocineros, jardineros o criados.

Hasta finales del siglo XVIII los músicos, distinguidos por su peluca, tocaron de pie. El director, que generalmente era el compositor, llevaba el compás de la orquesta desde el clavicordio.

Surgió la orquesta de Mannheim en Alemania, formada por dieciséis violines, cuatro violas, dos violonchelos, dos contrabajos, tres flautas, tres oboes, dos clarinetes, cuatro fagotes y cinco cornos, sumándose trompetas y tambores cuando era necesario. Este conjunto había alcanzado la perfección gracias a Johann Stamitz (1717-1757), convirtiéndose en el modelo de orquesta clásica.

La necesidad de un instrumento sonoro más grande y más variado se da con la llegada del siglo XIX, en el que tiene lugar una de las transformaciones más grandes e importantes en todas las artes, que surge, entre otras razones, de la Revolución Industrial, y que ha sido denominada romanticismo.

A partir de Ludwig van Beethoven, que marca el final del clasicismo y el principio del romanticismo, la orquesta sinfónica empieza a crecer, tanto en nuevos instrumentos como en nuevos lenguajes musicales.

El patrón de integrantes de la orquesta sinfónica está formado por cuatro grandes grupos de instrumentos: cuerdas (violines, violas, violonchelos y contrabajos), maderas (flautas, oboes, clarinetes y fagotes), metales (trompas, trompetas, trombones y tubas) y percusión (timbales, platillos, gong, campanas, triángulo, etc.). Además del piano, la celesta o el arpa.

A medida que las composiciones exigieron más capacidad, las orquestas llegaron a ser más numerosas. Hector Berlioz (1803-1869) especificó sesenta violines para su obra Symphonie Fantastique (1830). Se necesitaron enormes orquestas para ejecutar las obras de Richard Wagner (1813-1883), Gustav Mahler (1860-1911) o Richard Strauss (1864-1949). Claude Debussy (1862-1918) y Maurice Ravel (1875-1937) añadieron diferentes instrumentos para aumentar la gama de colores de la orquesta. Una de las orquestas más numerosas jamás formada es la utilizada para La Consagración de la Primavera (1913) de Igor Stravinsky (1882-1971) integrada por las cuerdas habituales, flautín, tres flautas, flauta en sol, cuatro oboes, corno inglés, clarinete en re, dos clarinetes en sib, clarinete en la, clarinete bajo, cuatro fagotes, contrafagot, ocho trompas, cinco trompetas, tres trombones, dos tubas, tres juegos de tres timbales, bombo, tam-tam, triángulo, pandereta, güira y dos crótalos.

Escuchar la ejecución en vivo de una orquesta sinfónica puede convertirse en la experiencia más excitante y gratificante del ser humano.

 

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