Los pianos son instrumentos muy complejos fabricados con diversos materiales (madera, metal y fieltro entre otros) y compuestos por varios miles de piezas (cuerdas, piezas mecánicas, escapes, apagadores, pedales, básculas, martillos, guías…). De esta complejidad se deduce fácilmente que su mantenimiento no es sencillo y que debe realizarse regularmente por técnicos acreditados.
Para que el piano se mantenga en óptimas condiciones y no se deteriore con el tiempo, es necesario llevar a cabo tres ajustes de manera periódica: afinación, reglaje mecánico y armonización.
Con todo ello se consigue un instrumento que permite tocar en las mejores condiciones, puesto a punto, con una calidad óptima de sonido y un correcto tacto y respuesta del teclado.
EL PROCESO DE AFINACIÓN DEL PIANO
Todos los instrumentos de cuerda se desafinan por tocarlos, con el paso del tiempo aunque no se utilicen o simplemente por los cambios de clima. Dependiendo del uso que se le dé, se deben afinar con una frecuencia u otra, incluso cada vez que se van a tocar si se va a dar un concierto en ellos. En el caso del piano es suficiente con realizar una afinación aproximadamente cada seis/doce meses para uso particular y antes de cada concierto para un buen funcionamiento en el caso de pianos en auditorios o salas de concierto.
Sus cuerdas deben tener la tensión correcta para que el sonido sea el ideal. Para que el piano ofrezca la mejor sonoridad y timbre se debe afinar a 440 Hz o 442 Hz, frecuencias que están fijada por convención internacional y que se consideran las más adecuadas como referencia para el oído.
En el proceso de afinación el técnico tensa en la medida adecuada todas las cuerdas para que suenen con la frecuencia correcta. Incluso si el piano no se utiliza es conveniente afinarlo cada seis/doce meses aproximadamente.
Afinar el piano requiere concentración y experiencia y se debe hacer en un entorno silencioso. Es un trabajo que dura entre 60 y 90 minutos durante los cuales el afinador debe evitar cualquier tipo de interferencias o distracciones.
Un piano con una frecuencia baja o alta tiene un mayor riesgo de rotura de cuerdas y educa mal el oído de quien lo toca. Por otro lado, un mal movimiento de la llave de afinar en las clavijas puede dañar el clavijero rápidamente derivando en un alto coste de reparación. De ahí la importancia de que el afinador sea un verdadero profesional cualificado y debidamente formado.
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