La música es un medio de comunicación que tiene un origen desconocido, acompañándonos a lo largo de los siglos y evolucionando a nuestro lado. Al mezclarse con Internet, otro de los grandes medios de comunicación de la humanidad, estamos asistiendo a una especie de Big Bang musical que está cambiando la manera que tenemos de escuchar y a aprender a tocar canciones.
Hace unas décadas podíamos optar por ir a un conservatorio, a clases privadas, comprar un libro de aprendizaje o un VHS/DVD en el que nos enseñaban a tocar un instrumento.
Internet nos ofrece tantas posibilidades que aquí lo complicado es saber qué camino elegir. Existen cientos de páginas y aplicaciones con tablaturas y acordes, cursos online para todo tipo de instrumentos o vídeos en YouTube que nos enseñan a sacar el sonido exacto que tiene nuestro guitarrista favorito.
Una aplicación es el maestro que te corrige
Flowkey es una plataforma pensada para aquellas personas que quieran aprender a tocar el piano, y dispone de aplicaciones que escuchan lo que estamos tocando para decirnos si lo estamos haciendo correctamente.
Fue fundada en 2014 por Jonas Gößling, Ahmed Hassan y Alexander Heesing. Los tres montaron la empresa mientras estudiaban en la Universidad Técnica de Berlín.
Antonio Ayora González forma parte de esta compañía, y afirma que «la mayor ventaja es que puedes aprender a tu propio ritmo, poniéndote tus propios horarios y sin las ataduras que pueden suponer las clases».
Obviamente, aquí también hay que tener en cuenta la fuerza de voluntad de cada persona, ya que si estás apuntado a unas clases quizás encuentres menos excusas mentales a la hora de faltar a una sesión.
Antonio cree que es un método «asequible», para «aquellos que no puedan permitirse unas clases particulares». Tiene un precio de 120 euros al año, un precio que traducido a clases particulares podría rondar las 3-4 sesiones (dependiendo del centro, ciudad, etc.).
Actualmente la plataforma contiene un catálogo de más de 1.000 canciones, clasificadas en cuatro niveles de dificultad. Los videoturoriales son grabados en unos estudios en Berlín a cargo de un equipo de «pianistas profesionales».
Ya cuentan con más de un millón de usuarios en todo el mundo y una de las próximas metas es traducir todos los cursos al español (actualmente se encuentran en inglés y alemán).
Riffs para todos los gustos en YouTube
Javier Rivera e Ignacio Torregrosa son los responsables de Chachi Guitar, un canal de YouTube con un nombre un tanto simpático pero que se toma las cosas muy en serio.
Actualmente están cerca de los 400.000 suscriptores en su canal de YouTube y desde el año 2011 ya suman más de 56,5 millones de reproducciones. Llama la atención lo variado que es su contenido, creando videotuoriales sobre géneros (blues, jazz, metal, etc.) técnicas (finger picking, speed picking, licks, etc.) o artistas (B.B. King, Mac DeMarco, Nirvana, etc.)
Les ven personas de todas las edades, desde los 14 hasta los 55 años, y eso se ve reflejado en la audiencia de cada vídeo (por ejemplo, los videotutoriales de blues interesan a un público más adulto).
Ellos afirman que Internet ha revolucionado la manera de aprender a tocar un instrumento, ya que cada vez existe mayor «cantidad y calidad» de contenido. De todos modos, creen que esta «saturación» puede abrumar al que se interne por primera vez en este camino.
Aseguran que una de las mayores ventajas de aprender vía Internet es que existe muchísimo contenido gratuito, democratizando el proceso de aprender a tocar un instrumento.
Javier e Ignacio nos cuentan que cuando comenzaron a subir vídeos no había muchos canales de enseñanza de guitarra, «sobre todo en castellano». Afirman que se fijaron en los canales que comenzaron a despuntar en Inglaterra y Estados Unidos, y fue entonces cuando se lanzaron a compartir sus propios conocimientos.
Reconocen que quizás no sean un canal «muy masivo» porque hacen las cosas «pensando en lo que nos gusta tocar a nosotros y tratando géneros musicales muy variados y a veces minoritarios».
Además de los vídeos en su canal de YouTube, en su página web también ofrecen unos cursos más extensos. No creen en un sistema tipo Patreon, y han optado por una vía directa con el cliente:
«Creemos que los cursos son la mejor opción para nosotros, en lugar de un sistema de donaciones o mecenazgo preferimos ofrecer un contenido extra para el que le guste nuestro canal».
Javier e Ignacio aseguran que actualmente este modelo de negocio es sostenible, aunque lo compaginan con dar clases de guitarra de manera offline y tocar en algunos proyectos.
Aunque la edición de vídeo pueda llevar mucho tiempo, admiten que («aunque suene absurdo») uno de los puntos más complejos es crear las miniaturas de los vídeos «y buscar títulos con toda la guerra de clickbaits que existe».
Apostar por una escuela presencial en la era digital
Luis Miranda dio vida a Sonaxe en 2008, y actualmente es una escuela a la que asisten más de 220 alumnas y alumnos de todas las edades: desde los cuatro hasta los 82 años.
Cree que, principalmente, existen dos puntos fuertes frente al aprendizaje vía Internet: el contacto directo entre profesorado y alumnado (y todo lo que supone a la hora de comunicarse) y el contacto con la música en vivo: con el sonido, con los instrumentos, etc.
Curiosamente, Luis afirma que uno de los puntos claves del éxito de su escuela es haber utilizado las nuevas tecnologías para promocionarse, utilizando las redes sociales y WhatsApp para notificar sobre nuevos cursos, etc.
Además, de manera interna utilizan Internet para compartir apuntes, ensayos, partituras, etc. Asegura que recurren a plataformas como YouTube, herramientas de software libre como Musescore y a medios digitales que son referentes en la pedagogía de la música.
Nos cuenta que el acceso a Internet «marcó un antes y un después en la educación en todos los ámbitos, en la música también». Él también cree que la «excesiva cantidad de información» juega un papel en contra, y en «muchos casos no está contrastada».
Si hace unas décadas el aprendizaje estaba centrado en «el estudio exclusivo de la técnica instrumental», las circunstancias actuales exigen que también sepamos manejar editores de partituras, de audio, sintetizadores, etc.
Luis asegura que se puede aprender a tocar cualquier instrumento mediante Internet, pero afirma que habrá que invertir una cantidad de horas superior a si asistimos a unas clases presenciales.
Además, en el caso de los instrumentos de viento (que dependen fundamentalmente de la respiración), «no es lo mismo aprender a respirar mirando y escuchando a una pantalla que sintiendo la respiración de quien te enseña».
En lo que si cree que no hay límites es en la edad, ya que «esos límites los crea la mente». Luis asegura que «con la motivación y el interés adecuado se puede aprender a cualquier edad» (con los límites que se suponga el estado de salud y las edades más avanzadas).
Como vemos, no importa la edad, el tipo de instrumento o poder invertir dinero en ello. Lo único que necesitamos para aprender a tocar es tener ganas y constancia. Internet es una genial herramienta para hacerlo, pero debemos saber que quizás necesitemos más tiempo que en clases presenciales y tendremos que invertir mucha energía buscando los cursos que realmente nos puedan interesar.
Fuente. Xataka