Historia de la dirección de orquesta

En el siglo XIX, conforme la música fue adquiriendo mayor dificultad y complejidad, apareció la figura del director como único líder de la orquesta. Claro está que con anterioridad la música también se dirigía.

A finales del siglo XVIII, en la época de los clásicos vieneses, los encargados de dirigir la orquesta solían ser dos personas, las cuales dirigían desde la posición donde tocaban su instrumento. Esta dirección dividida estaba al cargo, por una parte, del músico que tocaba el clave, generalmente el compositor de la obra, y por otra, el violinista principal del grupo de los violines.

El clavecinista era el músico más fácil de seguir por el resto de la orquesta ya que este tocaba casi sin cesar y podía mantener un ritmo constante durante toda la obra. El concertino dirigía con el arco del violín cuando no tocaba y con la cabeza o el cuerpo e incluso también con el arco cuando tenía que estar tocando. Normalmente este era el encargado de marcar las entradas en el principio de las obras o cuando había algún cambio de tempo.

Hasta bien entrado el siglo XIX se siguió con este tipo de dirección. La desaparición del bajo continuo, la mayor dificultad antes mencionada de las obras y el aumento del número de instrumentos en la orquesta, hizo que paulatinamente fuera desapareciendo la dirección dividida ya que cada vez era más complicado para los músicos ver y oír al director. Esto hizo que la función de director se le confiara a una única persona que solamente se encargara de ello sin tener que tocar ningún instrumento.

En el periodo en la que el contrapunto dominaba la música, este era el que marcaba el camino a seguir a la hora de interpretar la música. El tempo en este periodo brotaba de una forma natural sin ningún tipo de artificio y en las obras no había cambios de tempo. Así que la misión del director no tenía mucha importancia.

En la época de Haydn, Mozart y Beethoven ya no era el contrapunto quien ordenaba el movimiento musical. La música se organizó de otra manera, las frases musicales se empezaron a estructurar tal y como se sentían en el nuevo periodo. Frases que ya no eran continuas y se formaban por breves impulsos independientes.

Cualquier concierto de Vivaldi o de algún otro compositor Barroco podía desarrollarse prácticamente solo, las sinfonías de Beethoven no. Precisamente éste con sus sinfonías, fue la persona que cambió el rumbo de la dirección de orquesta.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, empezaron los músicos a especializarse en la dirección de las sinfonías de Beethoven. Estos fueron, el francés Francois-Antoine Habeneck, el italiano Gaspare Spontini y los alemanes Louis Spohr y Carl María von Weber.

Durante el tiempo de la dirección dividida era habitual que los directores hiciesen ruido de diferentes maneras para poder controlar algunos pasajes de mayor dificultad. Unas veces golpeando con los pies en la tarima del escenario, otras dando palmadas u otras pegando con el arco en el atril. Los primeros directores individuales también seguían haciendo ruido a la hora de dirigir. Era habitual marcar el tiempo con alguna vara o bien en el suelo, o en el atril, o en algún pupitre que se instalaban en el centro de la orquesta.

Louis Spohr (1784-1859) fue uno de los primeros que usaron la batuta, influyendo en los directores del resto de Europa. Al principio, como era costumbre, usó el arco para dirigir y más tarde empleó un rollo de papel. En 1810 esto era una novedad importante, parecía que con esta forma era más fácil dirigir y a la vez era una manera silenciosa, al contrario que en épocas anteriores. En 1817 dio el paso definitivo utilizando la batuta.

Muchos músicos le copiaron ya que las principales cualidades de dirigir con batuta se revelaron de inmediato. Como siempre en todo, también hubo personas que se opusieron a este nuevo método. Spohr también aportó la importante novedad de poner letras o números en las partituras y en las partes, facilitando así muchísimo los ensayos.

Las batutas eran de muchas maneras diferentes. Unos las usaban enjoyadas y adornadas y otros las usaban sencillas solo de madera. Unas eran de tamaño reducido y otras eran más grandes. Berlioz recomendaba una vara delgada de cincuenta y cinco centímetros de longitud.

Mendelssohn y otros directores de orquesta acompañaban a sus lujosas batutas con unos guantes blancos en sus manos. También había alguno como Cipriani Potter que dirigía solamente con las manos sin batuta.

El lugar donde situarse el director también necesitó de tiempo, de pruebas y experimentos. Por ejemplo, Jean Jacques Grasset, director de la Ópera de Paris a principios del siglo XIX, se colocaba en el extremo izquierdo de la orquesta. Otros se situaban junto a la caja del apuntador de espaldas a la orquesta. Al parecer Carl María von Weber dirigía de frente al público.

También hubo que esperar hasta que se concretaron las figuras para marcar el tiempo.

Por otra parte, al principio, no se sabía realmente cuanto tenía que dirigir el director. Algunos creían que su función era solamente rítmica y obviaban la parte interpretativa. Muchas veces marcaban solamente la entrada de la orquesta y dejaban de marcar los tiempos durante largos pasajes.

A mediados del siglo XIX la función del director ya estaba prácticamente definida. Los más importantes de Europa hasta mitad de siglo fueron Weber, Spontini, Nicolai, Berlioz, Mendelssohn y Wagner.

 

Fuente: José Antonio Bellido

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