El ser humano es conocedor, desde siempre, de la existencia de cientos de sonidos naturales diversos: algunos asociados a eventos agradables, otros asociados al peligro, etc. Son esos sonidos, pues, los que el hombre tiene como referencia cuando, en su afán y necesidad de comunicación, quiere ampliar su lenguaje: eso y su propio cuerpo (si queremos considerar éste como el instrumento más elemental y cercano productor de sonidos).
Ese cuerpo, que puede utilizar a modo de percusión (palmas, golpeteos o palmetazos en diversas partes del cuerpo para obtener diversas sonoridades) por una parte. Pero por otra, también posee la voz, con la que, además de emitir los sonidos básicos para la comunicación vital, también puede imitar sonidos de la naturaleza que conoce e, incluso, puede crear nuevas sonoridades, simplemente utilizando su aparato fonador para emitir sonidos originales, dentro de los límites que impone la voz y sus posibilidades , conocimientos e imaginación.
Pero en algún momento, consciente de que determinados elementos de la Naturaleza son emisores de sonidos y, además son susceptibles de ser utilizados para producir esos sonidos según su propia voluntad, comienza a utilizarlos en su forma más simple: palos, cañas, troncos huecos (imaginemos que la casualidad le permitiera comprobar que el viento puede hacer sonar una caña), etc. También descubriría posteriormente que determinadas adaptaciones de esos elementos primitivos, mejoraban su sonido o simplemente ampliaban su potencia, lo que daría lugar a la creación de lo que serían ya instrumentos propiamente dedicados a la emisión de sonidos determinados, ya fuera con una intención guerrera, para la caza, para comunicarse, etc. Estos instrumentos son los que en los momentos apropiados y por diferentes motivos: celebraciones, culto, etc, utilizaría con fines que podríamos llamar «musicales», o sea, el sonido es el fin en sí mismo.
Hay instrumentos primitivos, que con ligeras variantes, existen en casi todos los países y culturas, pueden agruparse en estas familias: sonajas, tambores, flautas, trompas e instrumentos de arco. Todos ellos eran fabricados en diversos materiales: piedra, madera, hueso, metal, piel de animales, cañas, etc
Por períodos, en el Paleolítico y Neolítico encontramos flautas de hueso con varios agujeros, lo que nos indica claramente su finalidad musical. También tenemos tambores y sonajas hechas de arcilla, que ya conocían y utilizaban además para construir vasijas y ornamentos. Del mismo modo, derivado del arco de caza, aparece el instrumento de cuerda sencillo tocado con arco o punteado.
Posteriormente, en la Edad del Bronce, aparecen algunos de estos instrumentos construidos en metal, así como los cuernos, que posteriormente darían lugar a las trompas y trompetas.
Cuatro mil años antes de Cristo, los sumerios ya utilizaban en Mesopotamia la lira, el arpa, determinados tipos de laúd primitivo, trompetas rectas y un buen número de instrumentos de percusión (tambores y timbales, entre otros), todos ellos profusamente adornados, en ocasiones con metales preciosos.
Instrumentos similares, aunque adaptados a cada cultura, existían en Egipto, Palestina, la India y China.
En Egipto, los instrumentos van evolucionando y al final de los que podríamos llamar imperio Egipcio, en su periodo de decadencia, aparece el primer órgano primitivo, llamado «hydraulis».
En China, hacia el siglo V antes de Cristo, aparece ya una primera organización de los instrumentos, atendiendo al material con el que estaban construidos. Así, existen las familias de los instrumentos de metal, de madera, de bambú, de piedra, de barro, de seda, de calabaza y de piel, con un buen número de instrumentos por familia.
De la importancia de la música en Grecia y Roma no nos toca hablar aquí, pero sí hacer notar que esa importancia se traduce en la existencia de un gran número de instrumentos de diversos tipos, así como en que los instrumentos musicales evolucionaron enormemente. No hemos de olvidar que el sistema musical griego es antecesor del nuestro actual.
Entre esos instrumentos podemos citar: las liras, en sus deferentes acepicones, la cítra tocada con púa, el arpa, el laúd, el aulos, la flauta de Pan y la flauta travesera. Dentro del grupo de la percusión: los krótala, címbala, xilófono y otros. En Roma, además durante el imperio, se le dio gran importancia al órgano, importado de Alejandría, aunque más sofisticado.
Concretamente este instrumento, el órgano, en la Edad Media pasa a ser un instrumento religioso, y de hecho, fue el único instrumento que se permitía en el ámbito de la música litúrgica. En cualquier caso, a pesar de las restricciones impuestas por la religión, cuya influencia durante este período en Europa está fuera de toda duda, la música profana tenía su campo, en contraposición a la religiosa, apareciendo los juglares y trovadores. Estos utilizaban, a modo de acompañamiento (eran medio poetas medio músicos) sencillos instrumentos de percusión o de cuerda (lira, monocordio, etc).
Posteriormente se utilizó el arpa, guitarra, chirimias y flautas. Al final de la Edad Media ya se utilizaba un gran número de instrumentos de todo tipo: laudes, guitarras, salterios, violas, cornamusas, órganos portativos, flautas, trompetas, trompas, xilófonos, tambores, etc.
Durante los siglos XVI y XVII se produce un importante desarrollo de los instrumentos: aumenta su potencia sonora y aparecen nuevos instrumentos. Los instrumentos se agrupan por familias y el clave (también llamado clavecín o claviceémbalo) adquiere una gran importancia, así como el laúd.
A finales del XVII ya se desarrolla la idea de las agrupaciones instrumentales y aparecen las orquestas de cámara.
En el siglo XVIII se produce un gran avance en el aspecto técnico de los instrumentos, fundamentalmente los de viento, con sistemas de llaves que permite conseguir de ellos mayores prestaciones musiclaes (velocidad, afinación, expresividad, etc.). aparece el piano, que va desplazando paulatinamente al clavecín y al clavicordio, su antecesor directo..
En el siglo XX, las nuevas tecnologías se aplican a la música y aparecen toda una serie de instrumentos, desde principios de siglo, cuya característica común es la electrónica y la emisión de sonidos completamente nuevos, pudiéndose decir, con ciertas garantías, que «el único límite a las posibilidades tímbricas es la imaginación del artista». Cualquier sonido que se nos pase por la mente, puede ser relizado y tratado musicalmente.
Este planteamiento instrumental nuevo ha creado toda una estética musical que permite hablar de la «música del siglo XX».
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