Motivación para que los niños estudien música

Tomar la decisión adecuada respecto a aquella educación que queremos para nuestros hijos es, con toda probabilidad, un asunto que puede ocasionarnos algún que otro quebradero de cabeza. No cabe duda de que queremos lo mejor para nuestros pequeños y deseamos darles cuanto necesiten para su correcta educación y crecimiento adecuado. ¿Quién no desea sentir la satisfacción de saber que hemos elegido lo correcto?

A la hora de plantearnos la educación musical de nuestros hijos, uno de los temores más habituales es el de creer que, tal vez, se sientan abrumados por la tarea y, tarde o temprano, acaben desanimándose con la misma, lo que conllevará, inevitablemente, un serio riesgo de sentirse frustrados, abandonando finalmente el aprendizaje (o, en el caso de que continuaran, mostrar un nulo interés con la actividad).

La enseñanza musical es una de las disciplinas artísticas más complejas y exigentes y, por ello, requiere una mayor implicación de los padres en ella, a fin de conseguir en los niños las dosis necesarias de constancia, esfuerzo y voluntad.

Pero, ¿cómo podemos alcanzar todo esto?

Vamos a ofrecerte algunos consejos e ideas acerca de la compleja tarea de motivar adecuadamente a nuestros hijos.

Para empezar debemos tener claro por qué queremos animarles para que afronten el aprendizaje musical. Una vez conozcamos el por qué, pasaremos a definir el cómo.

Pero antes de nada es importante entender la importancia de generar hábitos sanos con respecto a la música. De modo que este será nuestro punto de partida.

Crear hábitos capaces de motivar al niño a estudiar música

  • Escuchar música con ellos. Habituar a nuestros hijos a la escucha atenta de la música requiere tiempo y buenas dosis de paciencia. Inicialmente, puede haber cierto rechazo por parte de los más pequeños hacia la actividad. Entonces será de ayuda comenzar una escucha pasiva, es decir, favorecer el hábito de que haya música en casa (a modo de música de fondo o ambiental), con la que los niños se habitúen a la presencia de la música como algo natural, sin analizarlo ni juzgarlo.
  • Acostumbrarlos al baile. Toda expresión artística cuya estrecha relación con la música sea una seña de identidad nos acerca al mundo de los sonidos y nos enseña a expresarnos mediante ellos. Tal es el caso de la danza, o el baile (no importa si no sigue una norma específica y tan sólo es “moverse” al son de la música). La expresión corporal, asociada a los sonidos de algunas de sus canciones favoritas, ayudarán a los niños a establecer una relación positiva con la música a través de las emociones positivas que surgen en torno al baile.
  • Generar un ambiente donde se cante habitualmente. Al igual que el baile, las canciones favorecen la interconexión de emociones positivas con la música. Además, generar el hábito de cantar desarrolla una relación de familiaridad con la música y de confianza en uno mismo. Al vernos cantar de manera habitual, los niños absorberán ese hábito casi de manera inconsciente, lo que contribuirá al acercamiento a la música de los más pequeños.
  • Jugar con juguetes musicales.  Se trata de construir emociones positivas en torno a cualquier actividad que pueda tener relación con la música. Todos los niños adoran el juego. Y es precisamente, esa diversión intrínseca de todo aquello que ellos entienden como “jugar”, lo que nos permitirá establecer relaciones de cercanía con la música, si somos capaces de introducirla dentro de su catálogo de juegos y juguetes. Así que debemos poner en práctica toda nuestra artillería imaginativa. ¡Aprender a ser creativos en este aspecto será de gran ayuda!
  • Apuntarlos a clases de música. Es importante establecer relaciones con otros niños dentro de un ámbito musical. En este sentido, apuntarlos a clases de música favorecerá que comparta con otros niños de su edad la experiencia del aprendizaje. De todos modos, debemos asegurarnos de que la academia o profesor al que llevamos a nuestro hijo contemple la enseñanza colectiva, ya que un aprendizaje en solitario podría fomentar dosis de insatisfacción en el niño que lo alejarían paulatinamente del objetivo propuesto.
  • Asistir con ellos a conciertos. Paralelamente al hábito de escuchar música de manera cotidiana, la asistencia a conciertos contribuirá positivamente a ampliar la perspectiva de la música como disciplina. Podemos fomentar esta actividad asistiendo en primer lugar a conciertos orientados al público infantil y juvenil, con una adecuada selección de repertorios pensados para satisfacer sus gustos.
  • Permitir que experimenten con los sonidos (dejarles gritar, cantar, golpear objetos a modo de instrumentos de percusión…). Sobre todo a edades tempranas, las experiencias sonoras no deben suponer la implantación de límites. Aunque pueda arecer, a priori, que todo ello generará molestias en casa, debemos dejar que los niños se expresen “sonoramente” mientras estimulan sus imaginación y su creatividad. Podemos acordar un horario semanal en el que los más pequeños gocen de absoluta libertad durante algunos minutos (15-20 minutos son suficientes) ara que experimenten con su voz, con los sonidos resultantes de instrumentos de percusión improvisados, y dejando que todo fluya durante ese espacio de tiempo.
  • Generar un ambiente de cultura musical. La música debe formar parte de nuestras charlas familiares y de nuestras actividades destinadas al ocio en casa. Actualmente, internet pone a nuestro alcance infinidad de formas para acercar el mundo musical a nuestro hogar, viendo vídeos, por ejemplo, que inciten el debate , la charla y la reflexión. De este modo, “hablar” de música y “conocer” cada vez un mayor número de aspectos relacionados con el ambiente musical contribuirá a formar a nuestros hijos dentro de un entorno donde la música resulta algo cotidiano.
  • Tener en cuenta sus gustos musicales. Aunque en los niños más pequeños pueden no estar muy definidas las preferencias musicales, tenemos que tratar de adecuar el aprendizaje inicial a la música hacia la que el niño siente mayor atracción. A medida que avance en el estudio y adquiera nuevos conocimientos podremos introducirle en otras disciplinas musicales. De todos modos, es importante para favorecer su motivación dejar que el niño se exprese adecuando sus gustos en cuanto a música al estudio y la práctica musical.

Generar acciones capaces de fomentar el ánimo al estudio

  • Fomentar la práctica responsable y amena. El estudio de la música requiere de importantes dosis de voluntad y disciplina que debemos saber adecuar a la edad de nuestros hijos, eliminando desde el inicio la posibilidad de que el niño se frustre con su aprendizaje debido a una práctica excesiva o poco motivadora. Basta dedicarle unos 10 o 15 minutos diarios a la práctica del instrumento que haya elegido el niño para que los progresos sean visibles en un corto espacio de tiempo. A medida que avance en sus estudios, podremos aumentar el tiempo diario dedicado la práctica musical.
  • Disponer de un lugar adecuado para el estudio. Debemos proporcionar a nuestro hijos un espacio tranquilo, alejado de posibles distracciones (a ser posible donde no haya ordenadores o televisores) donde pueda estudiar ese tiempo marcado sin que nada pueda desviarlo de la tarea.
  • Implicarse, en la medida de nuestras posibilidades en las clases del niño con el profesor. Mantener en todo momento una comunicación fluida con el profesor de nuestro hijos. Debemos estar atentos y ayudar al niño en sus pautas de estudio, así como hablar con su profesor para marcar objetivos y trazar, si fuera necesario, rutas de aprendizaje que contribuyan a la consecución de objetivos, siempre teniendo en cuenta los criterios del profesor.
  • No emplear métodos amenazantes para que estudien. La única forma posible de conseguir que nuestros hijos adquieran sanos hábitos musicales nos exige evitar de manera absoluta las represalias o castigos si ellos se niegan a estudiar o a asistir a sus clases semanales. Debemos encontrar cauces alternativos al castigo para dirigir a los niños hacia la práctica musical. Las amenazas sólo conseguirán aumentar el rechazo del niño hacia la música y sentar las bases de un futuro abandono.
  • Elogiar todos sus progresos (por pequeños que sean). Una de las formas más poderosas para motivarles en el estudio (no sólo musical, sino de cualquier disciplina) es elogiar sus pequeños progresos celebrándolos como verdaderos triunfos. Sólo así los niños aprenden los verdaderos valores de esfuerzo y recompensa, y se favorece la autoestima. No importa si esos progresos son minúsculos. Quizá alcanzarlos haya supuesto para el niño importantes dosis de sacrificio, que sólo sabrá valorar si es recompensado como es debido.

Los beneficios de la práctica musical

Aparte de la destreza propia que se adquiere al formarse en la habilidad de tocar un instrumento musical y de la cultura artística inherente al aprendizaje de una disciplina tan amplia y profunda como es la música, la práctica musical conlleva una serie de beneficios que van más allá de lo meramente artístico, convirtiéndose en una actividad casi global que abarca muchos más aspectos que los meramente académicos o aquellos relacionados exclusivamente con el arte.

Estos son algunos de los beneficios inherentes a la práctica musical:

  • Desarrolla la motricidad
  • Aumenta la facilidad de aprender idiomas
  • Favorece el pensamiento lógico
  • Desarrolla la creatividad y la imaginación
  • Aumenta la capacidad de reflexión
  • Favorece la empatía y las habilidades sociales
  • Mejora la autoestima
  • Desarrolla hábitos responsables y cuidadosos

Fuente: Instrumentos

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