La función social que desempeña la música

La música ha estado presente desde la existencia del hombre. Desde sus inicios, el hombre ha hecho uso de la música en una forma social; y aunque en la era prehistórica no existía una concepción concreta sobre la música como tal, el hombre hacía uso de sonidos que conformaban una manera de comunicación. Sin embargo, con la evolución humana se ha ido definiendo de manera específica el significado de la “música” y todo lo que ello abarca, llegando a formar una pieza primordial en la forma de vida social de la humanidad. De ahí que, sea relevante analizar la conformación de la música en sus funciones sociales en la vida humana, y entender de qué manera es utilizada para lograr ciertos objetivos dentro de ciertos procesos sociales.

La música ha alcanzado un nivel de masificación y propagación mayor que cualquier expresión cultural, lo que le permite constituirse como un canal que va más allá de la apreciación valorativa y la diversión, convirtiéndose en un medio de propagación de ideas e ideologías que dotan de sentido al mundo social actual. Si bien la sociedad humana ha evolucionado históricamente, con ella también lo ha hecho la música. Y es que la música y los géneros que la componen adquieren mayor o menor importancia de acuerdo al contexto social que predomine, que además está predeterminado por factores económicos, culturales, políticos y hasta religiosos. Por lo tanto, su concepción y la importancia que esta pueda tener en la vida del hombre varían en torno a los valores de la sociedad.

Tal como lo enunciaba Aristóteles: “la música representa las pasiones o el estado del alma”, y es que esta afirmación sigue estando en vigencia como en la Antigua Grecia; viéndose esto reflejado, por ejemplo, en el mundo del cine donde las escenas de mayor carga simbólica estarán acompañadas por un determinado tipo de música escogido minuciosamente, de manera que la música represente la naturaleza de la escena (terror, peligro, romance), o la emoción plasmada (tristeza, alegría, dolor). Estos efectos conforman la fuerza comunicativa contenida en la música al ser usada con estos fines. Si bien existe esta función comunicativa,  sobre todo en las piezas musicales que contienen una lírica referida a algún tema o ideología en particular, cabría preguntarse si aquella música netamente instrumental también tendría dicha función.

Para responder esta interrogante, sería pertinente realizar un análisis exhaustivo de la historia del arte musical y estudiar detalladamente los aspectos personales y sociales de los compositores clásicos que los llevaron a componer determinadas piezas musicales. Sin embargo, no existe duda de la intención latente de los compositores de obras clásicas (haciendo referencia a aquellas estrictamente no vocales) de fijar una posición de ideas a través de sus composiciones. De igual forma, resulta evidente el reflejo de emociones en las obras de varios compositores, que varían de acuerdo a las circunstancias vividas y al contexto social donde compusieron sus obras. Esto se muestra en la diferenciación notable entre las piezas de Beethoven, compositor con una vida familiar y niñez inestable, quien sufría de sordera crónica; y las de Mozart, quien tuvo una infancia dichosa rodeado de grandes personalidades. De ahí que, existe entonces un significado latente en las piezas instrumentales de carácter más subjetivo, que le otorga a la pieza musical un papel de transmisor o mediador de ideas o sentimientos, determinados por un contexto social expresados a través de la creatividad de compositores musicales.

Por otra parte, presentando otras funciones sociales de la música; se puede decir que esta también genera un sentido de nacionalismo. Esto referido a lo que expone Hormigos (2008) en su trabajo “Música y Sociedad. Análisis sociológico de la cultura musical de la posmodernidad”, donde explica que la música forma parte de la tradición de un país, constituyéndose como una expresión cultural propia de una región dotada de un alto valor simbólico para quienes habitan dicho país. Tal es el caso de la samba en Brazil, o de la música tradicional de la región de los Andes. Este hecho deriva en la conformación de una identidad de la cual los individuos se equiparan a partir de los gustos musicales colectivos que predominen en la sociedad. Por lo tanto, se puede decir que la música tiene una función social primordial en la conformación de las identidades a través del uso simbólico de la misma, en este caso, en prácticas nacionalistas.

De igual manera, podría atribuírsele una función informativa en cuanto se utiliza como medio propagandístico, transmisor de ideas; además de la capacidad narrativa encontrada en algunas líricas que permiten el conocimiento de realidades diversas a través de la exposición de hechos y anécdotas característicos de dicha realidad. Asimismo, se ha hecho el uso de ciertas piezas musicales de corte protestante con las que se identifican grupos civiles y políticos defensores de ciertos ideales que pretenden manifestar una diferencia ideológica ante cualquier orden social o político.

La música también se constituye en una función formativa al ser acatada como una disciplina. En la Antigua Grecia, la música era considerada pieza fundamental en el desarrollo integral de cada persona. Y si se estudia este hecho con determinación, aquellos individuos estudiosos de la música adoptan una posición seria con respecto al aprendizaje musical disciplinario que también abarca la ejecución de cualquier instrumento; convirtiéndose en un elemento constitutivo del proceso de socialización secundaria. En este sentido, esto podría influir directamente en la construcción de las relaciones sociales, ya que las acciones de aquellos individuos socializados en un mundo de significados musicales, estarán dirigidas a tomar en cuenta las acciones de los demás con respecto a la acción propia; tal como lo expone Schutz (1974) en su capítulo “La ejecución musical conjunta. Estudio sobre las relaciones sociales”. Schutz propone que en una ejecución grupal, cada ejecutante debe tomar en cuenta lo que el otro tiene que ejecutar de manera simultánea, a la vez que interpreta su parte. Con esto se quiere explicar la gran influencia de la música con una función formativa en aquellos individuos adeptos al mundo musical, al punto que determina su acción y las relaciones sociales entre ellos.

En cuanto al aspecto religioso, desde la época de la edad media la música ha tenido una función diferencial en el sentido que fue usada por élites religiosas para diferenciarse socialmente del pueblo. Además, fue utilizada desde tiempos antiguos como un instrumento evangelizador, compuesto por líricas sugerentes a la adoración de santos y salvadores, con la finalidad (de origen social) de ganar adeptos a las religiones.

Es evidente el significado social que tiene la música para el hombre, más allá de fines lucrativos. La música es una creación humana. El hombre determinó el significado de la música para sí, pero parece ser que ahora es la música misma la que determina un significado para el hombre; y esto sucede a través de las situaciones antes citadas dentro de la concepción social de funcionalidad.

Fuente: Ssociologo

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