Sube tu música a Spotify

El streaming se ha hecho un hueco como una alternativa sólida al consumo tradicional de música y ello abre múltiples posibilidades a los artistas que busquen promoción.

El streaming llega para quedarse

Desde el comienzo de la era del consumo masivo de música, siempre había sido necesario contar con un soporte físico (que ha variado a lo largo del tiempo) para almacenar y reproducir las piezas en cuestión. En los últimos años, este requisito ha pasado a ser opcional y la reproducción de música directamente a través de Internet ha ganado fuerza por su comodidad y sus costes más económicos.

Según los datos definitivos de 2014 (todavía no contamos con los de 2015), las suscripciones de pago en servicios de streaming crecieron un 30% en España, siendo determinantes para que la industria musical española cerrara el año en niveles positivos. No en vano, el 31,2% de los ingresos de este sector procedieron del streaming, siendo Spotify la plataforma más utilizada y que mejores datos registró. Muy probablemente, las cifras de 2015 confirmen que el peso de este formato ha seguido aumentando.

Cómo subir tu música a Spotify

Aunque muchos artistas aficionados o profesionales lo desconocen, Spotify también permite que los usuarios incorporen su música a su base de datos y pueda ser descargada por cualquier usuario. Ello puede hacerse subiendo archivos almacenados en el ordenador o desde plataformas como Dropbox y buscando el agregador de artistas que mejor se adapte a nuestro estilo. Algunos agregadores son de pago (CDBaby o Tunecore) pero otros son gratuitos (RouteNote, por ejemplo).

 

El proceso en sí es bastante sencillo una vez que se disponed de una cuenta en Spotify. Si se utiliza un agregador de pago, este suele encargarse de todo, al recibir los archivos y enviarlos a Spotify y otras plataformas como iTunes. Los archivos de audio deben estar en formato ‘.mp3’ o ‘.aac’, aunque Spotify nos notificará qué canciones no han podido subirse por incompatibilidad. A partir de ahí, nuestros temas estarán presentes en el portal y recibiremos una pequeña cantidad variable por cada descarga.

Lo primero que hay que tener presente es que no se puede subir cualquier archivo, Spotify espera una calidad mínima de 320 kb/s (por debajo de este nivel tampoco nos interesa a nosotros porque los usuarios podrían llevarse una mala impresión). Segundo, todo lo que subamos debe haber sido compuesto y grabado por el artista en cuestión o disponer de una autorización del autor intelectual de la música. De igual modo, si se versiona un tema de otro artista se debe contar con su permiso.

La función de los agregadores

Como hemos visto, los agregadores son el principal vehículo para dar a conocer nuestra música en Spotify. En cierto sentido, los agregadores reemplazan el papel tradicional de las compañías discográficas al encargarse, por distintas vías, de la promoción de los artistas. Generalmente, todos los servicios de estas plataformas se abonan mediante un porcentaje de los ingresos derivados de los ‘royalties’ o descargas de pago.

No obstante, también hay agregadores que trabajan precisamente con pequeños sellos discográficos que no se ocupan de explotar comercialmente la música sino de gestionar su distribución y los ingresos obtenidos por otras vías. En cualquiera de los casos, el trabajo con agregadores garantiza una mayor profesionalidad y puede agilizar los trámites para que la música esté disponible en Spotify, que tiene su propia lista de agregadores principales (puesto que se supone que ya se ha realizado un filtro cualitativo previo).

Fuente: Socialmusik

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